En Rancagua, Alejandro explora el corazón del Valle del Cachapoal, una región vitivinícola que combina la tradición con la modernidad. Aquí, los suelos aluviales y el clima cálido proporcionan condiciones ideales para el cultivo de variedades como Cabernet Sauvignon, Syrah y Merlot. Alejandro se impresiona por la riqueza del suelo y la atención al detalle en el manejo del viñedo que caracteriza a los productores locales. En las bodegas, Alejandro observa cómo la tecnología moderna se integra con las técnicas tradicionales de vinificación para crear vinos de gran calidad. Las conversaciones con los enólogos le revelan el delicado equilibrio entre intervención humana y expresión natural del terroir. Alejandro degusta vinos con una estructura robusta y taninos bien integrados, características que quiere emular en "Estrella Andina". La experiencia en Rancagua reafirma su objetivo de producir vinos que sean no solo placenteros sino también reflejen el alma de la tierra de donde provienen.